Muchas veces hablamos de más. De hecho casi todo el tiempo.
Cuando a alguien se le pierde algo, desperdiciamos más tiempo en regañarlo y hacerlo sentir peor con preguntas retóricas que nada aportan como:
- «¿Porqué se te perdió?»
- «¿Porqué no te fijaste?»
Y la mejor:
- «¿Dónde se te perdió?
Recuerdo que mi Padre jugaba con mi hermano, entonces de 5 años, preguntando este tipo de cuestiones como «¿Porqué se te cayó el juguete?» a lo que el pequeño le contestaba sonriendo:
«Por güey.»
Mi Padre estaba jugando como dije previamente, pero creo que lo educó bien, esa es la respuesta correcta y tal vez la que quiere escuchar el interrogador la mayor parte del tiempo pues busca de alguna manera descargar su malestar.
El tema es que debemos siempre buscar aportar en nuestras conversaciones, hacer preguntas o comentarios que tengan utilidad y sirvan para mejorar la situación en lugar de empeorarla.
Si a alguien se le pierde algo o de plano cometió un error, le hacemos mucho bien haciendo comentarios como:
- «Te ayudo a buscarlo»
- «Te ayudo a resolverlo»
- «Busquemos la manera de enmendarlo»
O simplemente:
- «¡Ánimo!»
La próxima vez que estés tentado a hacerle algún comentario o preguntarle algo a alguien que tiene un problema, piensa si es necesario decírselo.
O mejor aún, piensa en decirle algo que aporte, no algo que reste.
Pero piénsalo bien.