Hace años escribí sobre la trampa mediática que inventaron las tiendas.
Con poco que publicar para el día posterior al de Acción de Gracias (el famoso “Black Friday”), los medios se conglomeraron en una estampida para empujar a todos para ir de compras en el día del año más atareado y menos satisfactorio para ello. Invirtieron millones para crear una dinámica social que obliga a la gente a una orgía de gasto, simplemente porque todos los demás lo hacen.
Creo que Amazon cambió eso para siempre.
Mientras que los centros comerciales siguen muriendo y los comerciantes de todas partes batallan para inventar alguna razón para que la gente salga y utilice tiempo y dinero extra en visitarlos, la dinámica de manada del “Black Friday” se desvanece.
Es difícil obligarte a ti mismo a salir hacia la locura cuando estás sentado en casa, con tu bata viendo una pantalla.
En esa carrera para ganarle a Walmart, los comerciantes olvidaron la verdadera razón por la que necesitamos tiendas. Porque el ir de compras juntos nos hace sentirnos conectados. Es divertido. Hay algo en la experiencia de ir de compras que es casi tan bueno (o mejor) que la compra en sí.
La carrera de compras terminó. Ganó Amazon.
Sin embargo, la carrera de la experiencia de compras, ese reto para crear sensaciones por las que vale la pena salir y pagar, apenas comienza…