La mayoría de nosotros creemos ser más inteligentes, trabajadores y mejores para manejar que el promedio de la gente. Obvio que no podemos tener razón. Cuando se habla de cualidades morales como la honestidad y el ser dignos de confianza, nuestro sentido de superioridad moral se infla tanto, que incluso hay estudios indicando que criminales convictos tras las rejas se consideran superiores moralmente que el resto de los ciudadanos libres.
¿Porque el efecto de «somos mejores que el promedio» es tan pronunciado cuando se habla de aspectos morales? En un estudio publicado en Social Psychological and Personality Science, Ben Tappin, Ryan McKay en el Royal Holloway de la University of London, encontraron que esto se debe a que somos especialmente irracionales cuando se evalúan los aspectos morales. La superioridad moral aparenta ser, según el estudio, una «exclusiva y fuerte forma permanente de ilusión positiva.»
Tappin y McKay mostraron una lista de 30 aspectos a 270 participantes. Diez aspectos relacionados con sociabilidad (como ser sociable, cooperativo, grosero o muy serio); diez relacionados al accionar (como ser determinado, creativo, desmotivado o ilogico) y diez a la moralidad (como tener principios, ser justo, manipulador o engañoso). Les pidieron a los participantes que calificaran que tanto aplicaba para ellos cada aspecto y que tanto al «promedio de la gente» y calificar también la deseabilidad de estos aspectos.
Como se esperaba, los participantes se calificaron ellos mismos con números más altos que los que otorgaron a la «gente promedio» en casi todos los aspectos deseables (ser sociable fue una excepción notable), y dieron resultados mas bajos para aspectos no deseables. Resultaron, como los investigadores esperaban, ser culpables de «auto-mejorarse».
Pero si realmente estas alto o bajo en ciertos aspectos, el «auto-mejorarse» no es necesariamente irracional. Tendemos a ser menos certeros acerca de cómo son otras personas, comparados con nosotros mismos, lo que significa que a veces tiene sentido formarnos juicios menos severos sobre sus calificaciones. Como anotaron los investigadores: «Las diferencias percibidas entre nosotros mismos y otra gente pueden incluso reflejar juicios racionales cuidadosos, hechos con incertidumbre.»
Para explorar que tanto el «auto-mejoramiento» de los participantes era racional o irracional, Tappin y McKay tomaron en cuenta que tan típicas fueron sus calificaciones, entre todos, comparadas con el promedio. Por ejemplo, si la personalidad de un individuo en todo el estudio es muy promedio, y esto se muestra en la mayoría de sus auto calificaciones, parecería ser auto-mejoramiento irracional, si en un aspecto deseable tienden a inflar sus propias calificaciones en relación a la «persona promedio». En contraste, para alguien cuya personalidad es más atípica en general, se puede argumentar más justificación racional para que infieran ser más extremos que el promedio en varios aspectos.
Siguiendo esta lógica, los investigadores encontraron que el auto-mejoramiento relativo a la sociabilidad fue en su mayoría más racional. El auto-mejoramiento relacionado al accionar (ser inteligente, determinado y demás) fue menos racional. Y el menor justificado de todos, o más irracional, fue el auto-mejoramiento moral. «Virtualmente todos los individuos inflaron sus cualidades morales, y la magnitud absoluta y relativa de esta irracionalidad fue mayor que aquellas en otros dominios de auto-evaluación positiva,» indicó el estudio.
De acuerdo a la teoría prevalente de ilusiones positivas convenientes, siempre sostenemos visiones imprecisas y color de rosa de nosotros mismos porque nos hace sentir mejor, y así impulsar nuestro bienestar psicológico. En consistencia con esto, en el estudio en referencia, el incrementado auto-mejoramiento irracional de los aspectos social y de accionar, estaba correlacionado con tener mayor autoestima. Sin embargo, notablemente, la superioridad moral irracional no lo estaba.
El estudio no puede explicar porque somos más irracionales cuando se trata de menospreciar las cualidades morales de otras personas comparadas con las nuestras, lo cual sorprendió a los investigadores. Pero puede haber una razón evolutiva: desde una perspectiva de supervivencia, la apuesta segura es asumir que alguien es menos confiable que tu, a menos que estés seguro de lo contrario.
Trabajos futuros pueden explorar esto. Y, como los investigadores comprobaron, es importante escarbar en nuestras creencias infladas y saber que somos solamente virtuosos y morales en parte porque esas mismas creencias – en contraste con las ideas infladas acerca de nuestra propia determinación, por ejemplo, para ser cooperativos – «posiblemente contribuyen a la severidad del conflicto humano. Cuando lados opuestos están convencidos de su propia certidumbre,» las investigaciones anotaron, «el escalamiento de la violencia es más probable, y las probabilidades de resolver son ominosamente bajas».
En resumen, tenemos que hacer un esfuerzo especial para pensarlo detenidamente cada vez que tenemos la oportunidad de calificar la moral de los demás. Lo cual es muy seguido.