No me canso de subrayar lo delicado e importante de comunicar únicamente lo esencial en nuestros trabajos y nuestras relaciones. Para bien o para mal. Ni mas ni menos.
Muchas veces criticamos lo parcos que son en sus comunicaciones los gringos o europeos y en general otras culturas laborales fuera de América Latina. Sucede que simplemente están siendo prácticos.
Usualmente enviamos nuestros correos y abrimos las comunicaciones telefónicas con fanfarrias o huecos saludos iniciales:
«Estimado, respetable, gusto en saludarlo, esperando se encuentre bien, bla bla bla…»
Y las despedidas emotivas…
«Agradeciendo el favor de su atención, me reitero a sus apreciables órdenes.»
Y la mejor firma de todas en oficinas gubernamentales de México: «Sufragio efectivo, no reelección» que aún sigue usándose indiscriminada e increíblemente. Me he enterado que hay incluso quienes piensan que legalmente están obligados a concluir sus comunicados con esa leyenda.
Una cosa es la educación y protocolo esencial. Un «buenos días» debe ser suficiente y en la despedida «favor de confirmar». Eso si es lo que debería ser obligatorio.
Muy diferente es cuando hablamos telefónica, o personalmente, generando pláticas legítimas de temas en común e intereses genuinos de ambas partes cuando se avanza en la relación laboral o cliente-vendedor:
«¿Como les fue en el partido de futbol a tus hijos?» «¿Viste la última de Star Wars?» «¿Vamos a comer?»
No puedes hacer lo anterior en la primer llamada o correo. Se necesita que te importe realmente lo que estás haciendo y tener empatía del otro lado de la línea.
Mientras tanto es importante no tener miedo a generar el silencio incómodo o la respuesta negativa después de un auténtico y simple «Gracias, ¿hay algo más en lo que pueda ayudarte?»