Cuando el proyecto es emocional, o urgente, o cargado de resonancia, es fácil repartir rigor. Después de todo, es una emergencia. No hay tiempo de procesar, de hacer primero lo difícil, buscando las mejores prácticas, o hacer la ingeniería en reverso hacia el resultado deseado…
Por supuesto que lo opuesto es real. Si vale la pena engancharse en ello, entonces vale la pena hacerlo apropiadamente.
Saca cuentas, lee lo correspondiente, haz tu presupuesto. Hazlo bien.