Cuellos de Hule

Un congestionamiento de tránsito puede enseñarnos bastante sobre la naturaleza humana.

Cuando hay una colisión automotriz del otro lado del camino, el tránsito en la dirección opuesta baja la velocidad. La gente lo hace voluntariamente para estirar el cuello y ver el choque.

Es una locura.

Esta misma gente nunca pagaría un centavo para ir a ver una película de choques de autos que involucre gente herida de verdad. Y aun así, lo hacen desde su auto.

Sucede que estamos muy interesados en cosas que suceden en tiempo real, enseguida de nosotros.

No solo eso, sino que el congestionamiento creado por esta disminución voluntaria de la velocidad puede durar una hora o más. Y aun así, cuando es tu turno, cuando llegas al lugar del choque, en lugar de decir, «Bien, ya fui castigado por el mal comportamiento de las 1,000 personas que pasaron antes por aquí, voy a corregirlo y acelerar ahora,» decimos, «Hey ya pagué mi cuota, ahora es mi turno de observar…»

Y por supuesto, la naturaleza de la varianza implica que los autos controlados por humanos en la autopista deben ir más despacio cuando van tan cercanos entre sí. Y así, el atorón se regresa, porque en lugar de dejar espacio suficiente para que todos puedan acelerar rápido, nos vamos pegados, asegurándonos de que el congestionamiento dure más tiempo.

Cada vez que pienses que los seres humanos que buscas servir son tomadores de decisiones racionales, que buscan beneficios de largo plazo, visualiza un congestionamiento de tránsito lleno de mirones.

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