Hay un atajo callejero cerca de mi casa.
Para que funcione, necesitas acelerar bastante en una gran colina, rompiendo el límite de velocidad por diez o veinte millas por hora. Después pasarte un alto, esquivar algunos niños en camino a su escuela y apuntar a la bajada.
Todo para ahorrar tres minutos.
Mientras tanto, los demás que van al mismo trabajo llegan con su energía psíquica llena para el trabajo de verdad. El trabajo difícil de confrontar al estatus quo.
El primer atajo es egoísta. Desperdicia recursos y se engancha en riesgo para nadie mas que el conductor.
El otro trabajo, sin embargo, no tiene precio. Esas son las colinas que vale la pena subir.