Parece ser cada vez más difícil confiar en que alguien va a hacer lo que dice que dijo que iba a hacer.
«Fue un malentendido.»
«Eso no fue lo que dije.»
«¿Y que? ¡Demándame!»
Cuando los periódicos locales desaparezcan y no puedan vigilar al gobierno, sucede que los costos se elevan. Cuando la gente necesita un abogado para cerrar un acuerdo y otro abogado para forzar a que se cumpla ese acuerdo, los costos se elevan más. Cuando no está claro si vale la pena o no el riesgo emocional y organizacional de comprometerse con alguien, es compromiso no sucede y los costos se elevan.
Los apretones de manos son importantes. Hacen nuestras transacciones más eficientes y todos nos beneficiamos.
Pero esos apretones importan aún más como parte de nuestra narrativa interior. Cuando te ves a ti mismo como un abusón o una sabandija, como alguien que merece ganar a cualquier costo, estas envenenando tu habilidad de ser un creativo generoso. Cuando te cuentas a ti mismo una historia de insuficiencia, que no eres la clase de persona a la que le es posible encontrar los recursos emocionales o financieros para mantener tu palabra, entonces te haces aun mas pequeño. Y cuando siempre estás viendo por encima de tu hombro a quien puede alcanzarte en tu más reciente atajo, estas pasando menos tiempo viendo hacia adelante.
El enfoque abusivo/atajistico/legalistico para destruir el honor y confianza de un apretón de manos puede llevar a un descenso brutal. «Bueno, si ellos van a portarse asi, yo tambien…» La alternativa es preservar tu mejor trabajo y tus mejores ideas y alianzas para gente y organizaciones que trabajan como a ti te gusta. Un circulo virtuoso, uno en el que la gente egoísta puedan picotearse mientras tu trabajas tiempo extra para mantener tu palabra con la gente que lo merece.