Los arrendadores son notorios por tener un sesgo hacia el incremento de las rentas. Están ahí para el largo plazo, ya han visto crisis antes y mientras que reaccionan rápido para elevar las rentas en buenos tiempos, también se ponen lentos para bajarlas, incluso aunque esto signifique quedarse con un frente comercial vacío por meses.
Aunque esta matemática pueda ser atractiva para algunos arrendadores, es terrible para las ciudades en las que están sus edificios.
Los frentes comerciales vacíos le niegan a los residentes servicios accesibles.
Encaminan el vandalismo y otros crímenes.
Y absorben la vida del vecindario.
También niegan al municipio los impuestos de ventas, cuestan empleo y distraen a ojos vigilantes del vecindario adicionalmente.
Si creemos que la habilidad de tener un vecindario civilizado y bien mantenido es un privilegio, entonces es lógico considerar un impuesto de vacancia para los arrendadores como incentivo para que disminuyan sus rentas cuando baje la demanda porque los comerciantes no alcanzan a cubrir las rentas anteriores.
Pudiera ser algo como: Por cualquier frente comercial vacío, después de dos meses vacante, el arrendatario tiene que pagar un impuesto del 20% del promedio de la renta que debería estar recibiendo. Todo el recurso se iría a mejorar el vecindario y su vigilancia.
Las rentas bajas crean innovaciones, lo cual lleva a mas interacción y vecindarios mas vivos. Y a la larga, le otorga a los arrendadores un incentivo para hacer algo que de hecho genere mas de lo que ellos buscan también.
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Rafa Elorduy 