En el corto plazo, es fácil abandonar aquello en lo que creemos. Muy dentro de nuestro ser, creemos que una vez que las cosas se normalicen, también nosotros lo haremos.
Las organizaciones terminan llenándose de abusivos, depredadores y malos actores por una sola razón: En estos momentos es más fácil mantenerlos. Hay un tipo de urgencia que nos dificulta el pedirles que se vayan ahora, así que lo posponemos. Cuando hacemos una «excepción única», ya hemos tomado una decisión sobre lo que es realmente importante.
Y lo mismo sucede con aquellos momentos en los que nosotros mismos nos inclinamos a ser, solo por un instante, un abusivo, un depredador o un mal actor también. Muy pocos deciden ser egoístas de carrera larga.
Lo que lo convierte en un principio es que nos deshacemos de eso ahora, incluso (especialmente incluso) cuando es difícil.