Las diferencias poco tienen que ver con el talento, y mucho que ver con la determinación y la intención.
El amateur contribuye con alegría sin filtro. No existe realmente otro beneficio–crear tu trabajo porque puedes, porque ayudas a alguien más, porque te hace sentir bien.
El profesional se presenta incluso cuando no tiene ganas. El profesional entiende el mercado, el cliente y el precio que debe pagarse por el trabajo que vale la pena pagar. Pero el profesional no corta esquinas.
El que toma atajos es un profesional al que no le importa.
Alguien así ha sido golpeado suficientes veces por lo que está desconectado emocionalmente. Tiene una visión de corto plazo, capaz de hacer lo que el cliente pide, pero sin reparar en el impacto que tendrá en la cultura de sus prospectos de largo plazo.
Ser servicial es para los que cortan atajos. Ser memorable y notable pertenece a los profesionales y a los amateur que trabajan duro.