Todos, sin excepción, hemos encontrado algunas cosas para no creer en ellas. Cosas que son comprobablemente ciertas y que simplemente no queremos aceptar.
Un poco como una huella digital, el patrón de incredulidad de cada persona es único. Puedes creer que el agua está hecha de átomos, pero que la luna es de queso. Es difícil de predecir.
Pero la pregunta interesante es: ¿qué debe suceder para que cambies de parecer? ¿qué estándar de pruebas, de que fuentes, son suficiente para que aceptemos que algo que estábamos seguros que no es cierto, en realidad si es verdadero?
Ese es un muy buen lugar para empezar…